VIERNES:
I SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
HEBREOS:
4, 1-5. 11
Apresurémonos
a entrar en el descanso del Señor.
Hermanos:
Mientras está en pie la promesa de entrar en el descanso de Dios, tengamos
cuidado, no sea que alguno se quede fuera. Porque a nosotros también se nos ha
anunciado este mensaje de salvación, lo mismo que a los israelitas en el
desierto; pero a ellos no les sirvió de nada oírlo, porque no lo recibieron con
fe. En cambio, nosotros, que hemos creído, ciertamente entraremos en aquel
descanso, al que se refería el Señor, cuando dijo: Por eso jure en mi cólera
que no entrarían en mi descanso.
Los
trabajos de Dios terminaron con la creación del mundo, ya que al hablar del
séptimo día, la Escritura dice que Dios descanso de todos sus trabajos el día
séptimo; y en el pasaje de que estamos hablando, afirma que no entrarían en su
descanso.
Apresurémonos,
pues, a entrar en ese descanso; no sea que alguno caiga en la infidelidad, como
les sucedió a los israelitas.
SALMO 77
¡No olvidemos
las hazañas del Señor!
Cuánto
hemos escuchado y conocemos del poder del Señor y de su gloria, cuanto nos han
narrado nuestros padres, nuestros hijos lo oirán de nuestra boca. R/.
Que ellos
también lo cuenten a sus hijos para que en Dios coloquen su esperanza, cumplan
los mandamientos del Señor y no echen al olvido sus hazañas. R/.
Que no
vayan a ser, como sus padres, generación rebelde y obstinada, inconstante de
corazón e infiel a Dios de alma. R/.
SAN
MARCOS: 2, 1-12
El Hijo
del hombre tiene poder para perdonar los pecados.
Cuando
Jesús volvió a Cafarnaúm, corrió la voz de que estaba en casa, y muy pronto se
aglomeró tanta gente, que ya no había sitio frente a la puerta. Mientras Él
enseñaba su doctrina, le quisieron presentar a un paralítico, que iban cargando
entre cuatro. Pero como no podían acercarse a Jesús por la cantidad de gente,
quitaron parte del techo, encima de donde estaba Jesús, y por el agujero
bajaron al enfermo en una camilla.
Viendo
Jesús la fe de aquellos hombres, le dijo al paralitico: "Hijo, tus pecados
te quedan perdonados". Algunos escribas que estaban allí sentados
comenzaron a pensar: "¿Por qué habla este así? Eso es una blasfemia.
¿Quién puede perdonar los pecados sino solo Dios?".
Conociendo
Jesús lo que estaban pensando, les dijo: "¿Por qué piensan así? Que es más
fácil, decirle al paralitico: `Tus pecados te son perdonados' o decirle:
'Levántate, recoge tu camilla y vete a tu casa'? Pues para que sepan que el
Hijo del hombre tiene poder en la tierra para perdonar los pecados —le dijo al
paralitico—: Yo te lo mando: levántate, recoge tu camilla y vete a tu
casa".
El hombre se levantó inmediatamente, recogió su
camilla y salió de allí a la vista de todos, que se quedaron atónitos y daban
gloria a Dios, diciendo: "¡Nunca habíamos visto cosa igual!".
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