Lectura
de la primera carta del Apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto.
Hermanos:
Si se anuncia que Cristo resucitó de entre los muertos, ¿cómo algunos de
ustedes afirman que los muertos no resucitan? ¡Si no hay resurrección, Cristo
no resucitó! Y si Cristo no resucitó, es vana nuestra predicación y vana
también la fe de ustedes. Incluso, seríamos falsos testigos de Dios, porque
atestiguamos que él resucitó a Jesucristo, lo que es imposible, si los muertos
no resucitan. Porque si los muertos no resucitan, tampoco Cristo resucitó. Y si
Cristo no resucitó, la fe de ustedes es inútil y sus pecados no han sido
perdonados. En consecuencia, los que murieron con la fe en Cristo han perecido
para siempre. Si nosotros hemos puesto nuestra esperanza en Cristo solamente
para esta vida, seríamos los hombres más dignos de lástima. Pero no, Cristo
resucitó de entre los muertos, el primero de todos.
Palabra
de Dios.
DEL
SALMO: 16, 1. 6-7. 8. 15
¡Me saciaré de tu presencia,
Señor!
Escucha,
Señor, mi justa demanda, atiende a mi clamor; presta oído a mi plegaria, porque
en mis labios no hay falsedad. R.
Yo
te invoco, Dios mío, porque tú me respondes: inclina tú oído hacia mí y escucha
mis palabras. Muestra las maravillas de tu gracia, tú que salvas de los
agresores a los que buscan refugio a tu derecha. R.
Escóndeme
a la sombra de tus alas, y por tu justicia, contemplaré tu rostro, y al
despertar, me saciaré de tu presencia. R.
SAN LUCAS: 8, 1-3
Jesús
recorría las ciudades y los pueblos, predicando y anunciando la Buena
Noticia del Reino de Dios. Lo acompañaban los Doce y también algunas
mujeres que habían sido sanadas de malos espíritus y enfermedades: María,
llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios; Juana, esposa de
Cusa, intendente de Herodes, Susana y muchas otras, que los ayudaban con sus bienes.
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