XXV semana del Tiempo ordinario
Proverbios: 21, 1-6. 10-13
Diversas
sentencias del libro de los Proverbios.
Como agua
de riego es el corazón del rey en manos del Señor: Él lo dirige a donde quiere.
Al hombre le parece bueno todo lo que hace, pero el Señor es quien juzga las
intenciones.
Proceder
con rectitud y con justicia es más grato al Señor que los sacrificios. Tras los
ojos altaneros hay un corazón arrogante; la maldad del pecador brilla en su
mirada.
Los
proyectos del diligente conducen a la abundancia, en cambio el perezoso no sale
de la pobreza. Los tesoros ganados con mentira se deshacen como el humo y llevan
a la muerte.
El
malvado busca siempre el mal y nunca se apiada de su prójimo. Cuando se castiga
al arrogante, el sencillo aprende; cuando se amonesta al sabio, crece su
ciencia.
El Señor
observa el proceder de los malvados y acaba por precipitarlos en la desgracia.
Quien cierra los oídos a las súplicas del pobre clamará también, pero nadie le
responderá.
Del salmo 118
Enséñame,
Señor, a cumplir tu voluntad.
Dichoso
el hombre de conducta intachable, que cumple la ley del Señor. Dame nueva luz
para conocer tu ley y para meditar las maravillas de tu amor. R/.
He
escogido el camino de la lealtad a tu voluntad y a tus mandamientos. Enséñame a
cumplir tu voluntad y a guardarla de todo corazón. R/.
Guíame
por la senda de tu ley, que es lo que quiero. Cumpliré tu voluntad sin cesar y
para siempre. R/.
San Lucas: 8, 19-21
Mi madre
y mis hermanos son aquellos que escuchan la palabra de Dios y la ponen en
práctica.
En aquel
tiempo, fueron a ver a Jesús su madre y sus parientes, pero no podían llegar
hasta donde Él estaba porque había mucha gente. Entonces alguien le fue a
decir: "Tu madre y tus hermanos están allá afuera y quieren verte".
Pero Él respondió: "Mi madre y mis hermanos son aquellos que escuchan la
palabra de Dios y la ponen en práctica".
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