XXXIV
SEMANA DEL TIEMPO ORDINARIO
APOCALIPSIS: 18,1
Yo, Juan, vi un ángel que
bajaba del cielo con gran autoridad, y la tierra se deslumbró con su
resplandor. Y gritó con fuerte voz:
«Cayó, cayó la gran
Babilonia. Y se ha convertido en morada de demonios, en guarida de todo
espíritu inmundo, en guarida de todo pájaro inmundo y abominable.
Un ángel vigoroso levantó
una piedra grande como una rueda de molino y la precipitó al mar diciendo:
«Así, con este ímpetu será
precipitada Babilonia, la gran ciudad, y no quedará rastro de ella. No se
escuchará más en ti la voz de citaristas ni músicos, de flautas y trompetas. No
habrá más en ti artífices de ningún arte; y ya no se escuchará en ti el ruido
del molino; ni brillará más en ti luz de lámpara; ni se escuchará más en ti la
voz del novio y de la novia, porque tus mercaderes eran los magnates de la
tierra y con tus brujerías embaucaste a todas las naciones».
Después de esto oí en el
cielo como el vocerío de una gran muchedumbre, que decía:
«Aleluya La salvación, la
gloria y el poder son de nuestro Dios, porque sus juicios son verdaderos y
justos. Él ha condenado a la gran prostituta que corrompía la tierra con sus
fornicaciones, y ha vengado en ella la sangre de sus siervos».
Y por segunda vez dijeron:
«¡Aleluya!».
Y el humo de su incendio
sube por los siglos de los siglos.
Y me dijo:
«Escribe: “Bienaventurados
los invitados al banquete de bodas del Cordero”».
SALMO
99
¡Bienaventurados
los invitados al banquete de bodas del Cordero!
Aclama al Señor, tierra
entera, servid al Señor con alegría, entrad en su presencia con vítores. R/.
Sabed que el Señor es Dios: que
él nos hizo y somos suyos, su pueblo y ovejas de su rebaño. R/.
Entrad por sus puertas con
acción de gracias, por sus atrios con himnos, dándole gracias y bendiciendo su
nombre. R/.
El Señor es bueno, su
misericordia es eterna, su fidelidad por todas las edades. R/.
SAN
LUCAS 21,20-28:
En aquel tiempo, dijo Jesús
a sus discípulos:
«Cuando veáis a Jerusalén
sitiada por ejércitos, sabed que entonces está cerca su destrucción.
Entonces los que estén en
Judea, que huyan a los montes; los que estén en medio de Jerusalén, que se
alejen; los que estén en los campos, que no entren en ella; porque estos son
“días de venganza” para que se cumpla todo lo que está escrito.
¡Ay de las que estén
encintas o criando en aquellos días!
Porque habrá una gran
calamidad en esta tierra y un castigo para este pueblo.
“Caerán a filo de espada”,
los llevarán cautivos “a todas las naciones”, y “Jerusalén será pisoteada por
gentiles”, hasta que alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles.
Habrá signos en el sol y la
luna y las estrellas, y en la tierra angustia de las gentes, perplejas por el
estruendo del mar y el oleaje, desfalleciendo los hombres por el miedo y la
ansiedad ante lo que se le viene encima al mundo, pues las potencias del cielo
serán sacudidas.
Entonces verán al Hijo del
hombre venir en una nube, con gran poder y gloria.
Cuando empiece a suceder
esto, levantaos, alzad la cabeza; se acerca vuestra liberación».
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