XXXIII SEMANA
DEL TIEMPO ORDINARIO
NUESTRO SEÑOR
JESUCRISTO, REY DEL UNIVERSO
2
SAMUEL: 5, 1-3
Ungieron
a David como rey de Israel.
En aquellos días, todas las
tribus de Israel fueron a Hebrón a ver a David, de la tribu de Judá, y le
dijeron:
"Somos de tu misma
sangre. Ya desde antes, aunque Saúl reinaba sobre nosotros, tú eras el que
conducía a Israel, pues ya el Señor te había dicho: 'Tú serás el pastor de
Israel, mi pueblo; tú serás su guía' ".
Así pues, los ancianos de
Israel fueron a Hebrón a ver a David, rey de Judá. David hizo con ellos un
pacto en presencia del Señor y ellos lo ungieron como rey de todas las tribus
de Israel.
SALMO
121
¡Vayamos
con alegría al encuentro del Señor!
¡Qué alegría sentí cuando me
dijeron: "Vayamos a la casa del Señor"! Y hoy estamos aquí,
Jerusalén, jubilosos, delante de tus puertas. R/.
A ti, Jerusalén, suben las
tribus, las tribus del Señor, según lo que a Israel se le ha ordenado, para
alabar el nombre del Señor. R/.
Por el amor que tengo a mis
hermanos, voy a decir: "La paz sea contigo". Y por la casa del Señor,
mi Dios, pediré para ti todos los bienes. R/.
COLOSENSES:
1, 12-20
Dios
nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado.
Hermanos: Demos gracias a
Dios Padre, el cual nos ha hecho capaces de participar en la herencia de su
pueblo santo, en el reino de la luz.
Él nos ha liberado del poder
de las tinieblas y nos ha trasladado al Reino de su Hijo amado, por cuya sangre
recibimos la redención, esto es, el perdón de los pecados.
Cristo es la imagen de Dios
invisible, el primogénito de toda la creación, porque en Él tienen su
fundamento todas las cosas creadas, del cielo y de la tierra, las visibles y
las invisibles, sin excluir a los tronos y dominaciones, a los principados y
potestades. Todo fue creado por medio de Él y para El. El existe antes que
todas las cosas, y todas tienen su consistencia en Él. Él es también la cabeza
del cuerpo, que es la Iglesia. Él es el principio, el primogénito de entre los
muertos, para que sea el primero en todo.
Porque Dios quiso que en
Cristo habitara toda plenitud y por Él quiso reconciliar consigo todas las
cosas, del cielo y de la tierra, y darles la paz por medio de su sangre,
derramada en la cruz.
SAN
LUCAS: 23, 35-43
Señor,
cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí.
Cuando Jesús estaba ya
crucificado, las autoridades le hacían muecas, diciendo: "A otros ha
salvado; que se salve a sí mismo, si Él es el Mesías de Dios, el elegido".
También los soldados se
burlaban de Jesús, y acercándose a Él, le ofrecían vinagre y le decían:
"Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo". Había, en
efecto, sobre la cruz, un letrero en griego, latín y hebreo, que decía:
"Éste es el rey de los judíos".
Uno de los malhechores
crucificados insultaba a Jesús, diciéndole: "Si tú eres el Mesías, sálvate
a ti mismo y a nosotros". Pero el otro le reclamaba, indignado: "¿Ni
siquiera temes tú a Dios, estando en el mismo suplicio? Nosotros justamente
recibimos el pago de lo que hicimos. Pero éste ningún mal ha hecho". Y le
decía a Jesús: "Señor, cuando llegues a tu Reino, acuérdate de mí".
Jesús le respondió: "Yo te aseguro que hoy estarás conmigo en el
paraíso".
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